Consumo en Positivo | Miguel Ángel Ruíz.- En esta semana ha habido dos importantes noticias relacionadas con lo que supone el incremento de precio de la hipoteca para millones de españoles. Se ha tratado el asunto en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, estando pendiente de resolución de este alto tribunal europeo y, por otro lado, la Comisión Europea vuelve a sacarnos los colores con respecto a este asunto.
Con respecto a este asunto, Bruselas abre expediente a nuestro país por permitir cláusulas abusivas en las hipotecas que posibilitan abusos Así la Comisión Europea ha iniciado este jueves un procedimiento de infracción contra España por no haber trasladado de manera adecuada a su legislación nacional las normas europeas para proteger plenamente al consumidor de las cláusulas abusivas hipotecarias. Algo muy habitual desgraciadamente tal y como estamos viendo y viviendo en nuestras oficinas y en los tribunales.
Aquí han fallado dos cuestiones. Por un lado la permisividad de las Administraciones Públicas hacia las entidades financieras. Nadie ha controlado la actividad de los bancos en lo que respecta a los contratos. Y, relacionado con esta primera, es decir con el control que debería haber existido, está el desmantelamiento del control preventivo que debería haber tenido el Banco de España. ¿Para qué ha servido el Banco de España? En este y otros asuntos para nada. Se ha dejado que los bancos contratasen con los consumidores (en una clara desigualdad) sin que nadie controlará esto. Se ha producido una culpa in vigilando gravemente perjudicial para los intereses económicos de los ciudadanos.
El otro asunto importante en materia hipotecaria lo ha constituido la defensa que la abogacía del estado ha realizado en la vista ante el TJUE de lo que suponen las cláusulas suelo y sus efectos retroactivos en cuanto a la devolución de cantidades en el supuesto de ser anuladas estas condiciones en los contratos firmados. Es aberrante como quien debe estar al servicio del interés general se ha puesto de lado del particular de los bancos. Aparte de injusto se me antoja de una torpeza infinita y pone encima de la mesa la dependencia política de los bancos. No se actúa en favor del bien común sino todo lo contrario. Este es un claro ejemplo de esto que les digo.
Mientras tanto, hay que seguir animando a los afectados para que reclamen, para que denuncien y demanden la nulidad de las cláusulas abusivas y la restitución de su dinero. Es importante no conformarse, más si cabe cuando en la mayoría de los casos estamos hablando de condena en costas, esto es, sin coste para el consumidor que gana el pleito ante su banco.
Por ello, la reclamación tiene que tener más que nunca ese carácter social del que siempre hablo ante los medios de comunicación.